ANECDOTARIO DEL CONTROL AÉREO

De todos es sabido que el mundo de la aviación está plagado de sentimientos, fatiga, momentos amargos, momentos dulces, miedos, etc. que hacen que a os que vivimos esta profesión nos resulte tan “adictiva”. Mis primeros contactos con este mundo llegaron cuando, estando en la playa de Torremolinos, veía como los aviones iban en línea recta hacia la pista del aeropuerto malagueño. Me resultó muy atrayente y fue, en gran parte, lo que inclinó la balanza a formarme como controlador aéreo.

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A lo largo de mi vida profesional han sido muchas las situaciones en las que he vivido incidentes en los que, gracias a quien corresponda, no ha habido que lamentar males mayores. Por eso me gustaría poder narrarlos aquí a modo de “anecdotario” y, por qué no, como un toque de atención de que este mundo al que pertenecemos está lleno de peligros como, por ejemplo, mi primera emergencia en LECU. Fue un avión integrante de la Fundación Infante de Orleans el cual, al tomar tierra por la pista 10, una racha de viento le levantó el plano izquierdo y, de repente, sin saber yo por qué (luego sí lo supe cuando hablé con el piloto) estaba boca abajo en medio de la pista. Mi reacción, después de alertar a todas las asistencias, fue de asombro por un lado y miedo por otro por la seguridad del piloto. Ver algo así cuando lo más grave que has visto ha sido pasar un avión por encima de otro en el simulador impacta y, por supuesto, nunca te acostumbrarás. La pista estuvo cerrada un tiempo (no recuerdo exactamente) pero se retiró el avión con daños en la hélice y timón de cola y, a día de hoy, continúa deleitándonos con su vuelo majestuoso cada mes.

También he llegado a vivir algunos aterrizajes sin que el piloto hubiera desplegado el tren de aterrizaje. Alguno por avería del sistema y otros ¿por descuido? Es algo que aún me pregunto ya que, con mis pocos conocimientos de vuelo en un avión con el tren retráctil, creo que dichos aviones llevan un avisador acústico que les previene de ello.

En relación a esto mismo, me ha ocurrido en dos ocasiones diferentes pero con el mismo modelo de avión, que han tenido que efectuar un aterrizaje de emergencia porque “se les había caído la rueda de morro”, literalmente hablando. El modelo en cuestión es la Socata Rallye, avión con tren fijo al que, por motivos que desconozco, se les había caído la rueda de morro y tuvieron que aterrizar sin ella. Gracias a la maestría de los pilotos (uno aterrizó en la pista de hierba y el otro en la de asfalto) todo quedó en un incidente. Lo gracioso (no para el piloto, claro) fue cuando a uno de ellos, después de efectuar una pasada frente a la torre, le dimos la mala noticia. Al principio contestó con un simple “recibido” pero, segundos después, preguntó con voz angustiosa que le repitiésemos el mensaje. No me hubiese gustado estar en su piel, sinceramente. En ambos casos realizaron un aterrizaje perfecto, llevando el avión en “caballito” mientras que la velocidad se lo permitió y, a partir de ahí, posar el morro del avión con mucha suavidad.

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En otra ocasión un avión declaró emergencia por no poder desplegar el tren de aterrizaje (Cessna 310). En ese momento se le sugirió la posibilidad de utilizar la pista de terreno natural ubicada al norte de la pista principal, cosa a la que el piloto accedió. Una vez que todas las asistencias estuvieron preparadas, el piloto inició la maniobra de aproximación y aterrizaje cuando, inexplicablemente de nuevo, realizó el mismo entre la pista principal y la de hierba.

En breve seguiré relatando otras anécdotas y aventuras que he vivido en este mundo de la aviación.

Acerca de Carlos Solís

Carlos Solís
Carlos Solís Castellanos empezó su contacto con el mundo de la aviación en el año 1992 cuando fue enviado a la Escuela de Tránsito aéreo de Matacán a formarse como controlador aéreo militar, completando los cursos de Aeródromo, Ruta y Aproximación convencional, Radar y PAR. En el año 1993 pasa a prestar servicio como controlador de aeródromo en el Aeródromo Compartido de Madrid-Cuatro Vientos, manejando tráfico civil y militar hasta el año 2006 donde pasa destinado a la Base Aérea de Torrejón hasta el año 2011 en el que se incorpora a la plantilla de SENASA formando a los nuevos operadores AFIS y alumnos controladores según el nuevo marco de prestación de servicios de Navegación Aérea.

Un comentario

  1. Muchas gracias Carlos por compartir con nosotros anécdotas desde el otro lado del micro. Si algún día te animas y publicas estas anécdotas, ya tienes un comprador del libro.

    Un cordial saludo.

    Luismi (PPLA)