El vuelo MH17 fue ‘perforado por un gran número’ de proyectiles

EL MUNDO. 09-09-2014

La catástrofe aérea del MH17, el avión malasio que se estrelló en julio en Ucrania, no fue el fruto de «un fallo técnico o de las acciones de la tripulación». Así lo indica el informe preliminar sobre los hechos que presentó este martes un organismo del Gobierno holandés. El documento asegura que el avión se rompió en el aire por el impacto de «un gran número de objetos de una gran energía que penetraron desde fuera a gran velocidad». El informe asegura que será necesaria una investigación más profunda para averiguar el origen de esos objetos y evita usar la palabra misil.

Hasta 298 personas fallecieron por el derribo del avión. La mayoría de los pasajeros eran holandeses porque el vuelo había salido de Amsterdam con destino a Kuala Lumpur. El informe publicado este martes es un encargo del Gobierno de Mark Rutte y sus responsables advierten que publicarán un documento más completo en el plazo de un año. Un grupo de fiscales holandeses mantiene abierta una investigación penal.

Un trozo del fuselaje del MH17
Un trozo del fuselaje del MH17

Los autores del informe preliminar sustentan sus conclusiones en la información de la caja negra, imágenes de los satélites y fotografías del lugar del accidente. Aseguran que las conversaciones de la cabina del piloto no desvelan ni fallos técnicos ni situaciones de emergencia antes del impacto que hizo caer al avión.

El Boeing 777 envió su última señal 20 minutos después de la una del mediodía del 17 de julio. Unos instantes después, se estrelló en una plantación al suroeste de la aldea ucraniana de Hrabove. Un lugar que, según explica el informe, se encuentra bajo el control de los grupos rebeldes, que no han permitido a sus autores acceder al lugar de los hechos.

Investigación desde Kiev

El equipo holandés elaboró su investigación desde Kiev, donde se instaló durante tres semanas. Luego la concluyó desde la sede del Consejo de Seguridad Holandés, donde recibió información de sus colegas malasios, británicos, estadounidenses, ucranianos y australianos.

El avión pertenecía a la compañía Malasian Airlines y se había sometido a su última revisión el 16 de abril de este mismo año. Acababa de repostar en Ámsterdam después de hacer el trayecto inverso y los mecánicos no habían reparado en ningún problema técnico que pudiera desencadenar una explosión.

El informe asegura que las grabaciones de la cabina no las encontraron los investigadores sino los líderes rebeldes que mantienen el control de la región. Fueron ellos quienes se las entregaron primero a las autoridades malasias, que a su vez se las dieron al Gobierno ucraniano y a los investigadores holandeses cinco días después del accidente del avión.

La caja negra que recoge las grabaciones estaba dañada y sus cifras eran ilegibles. Pero su memoria estaba intacta y su número de serie (1366) se encontró estampado debajo del chasis del avión.

Todos los parámetros recogidos por la caja negra eran los habituales en este tipo de vuelos. No se detectaron ni alertas de emergencia ni cautelas de la tripulación antes del final abrupto de la señal. Tampoco indicios de que los datos de las grabaciones hubieran sido manipulados después del accidente del avión.

Los restos del avión se encontraron esparcidos por un área de unos 50 kilómetros cuadrados. Los autores del informe holandés no han tenido acceso al lugar de los hechos. Pero los agujeros que se aprecian en las imágenes les empujan a pensar que son el fruto de un impacto exterior. «Las características de la deformación material alrededor de los agujeros parecen indicar que los objetos entraron por fuera del fuselaje del avión«, asegura el documento, que menciona «un gran número de objetos de gran energía» como los responsables del derribo del avión.

Palabra ‘tabú’: misil

Los expertos holandeses aseguran que todos los indicios apuntan que el Boeing 777 se rompió en pedazos antes de caer. La parte delantera del avión apareció junto al lugar donde se emitió la última grabación porque fue la primera en romperse. Los demás fragmentos se encontraron más al este porque durante unos minutos mantuvieron la trayectoria que llevaban antes del impacto que los derribó.

El informe esquiva la palabra misil y no hace ninguna referencia a la implicación de ninguno de los dos bandos del conflicto civil ucraniano. Pero excluye que el derribo fuera fruto del mal tiempo, de un fallo mecánico o de un error de la tripulación. Varios expertos atribuyeron en julio la catástrofe al impacto de un misil BUK, que explota antes de llegar a su objetivo y lo espolvorea con metralla. Un proceso que concuerda con la descripción del informe holandés.

La BBC recogió los testimonios de tres civiles que vieron una lanzadera de misiles muy cerca del lugar de los hechos a la hora del derribo del avión. «Vimos cómo lo descargaba y justo después el humo llenó toda la plaza del pueblo», decía un habitante de una localidad que se encuentra a unos 20 kilómetros del lugar donde cayó el avión. «Eran hombres muy disciplinados y tenían acentos rusos. Decían la letra ‘G’ de un modo distinto del nuestro y no parecían rebeldes. No llevaban el traje de camuflaje que lucen las tropas ucranianas y las rebeldes».

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