La última batalla por la igualdad de la piloto Elaine D. Harmon

09-09-2016

Ha sido necesario que transcurra algo más de un año y medio desde su fallecimiento a la edad de 95 años, para que el ejercito de los EEUU reconozca formalmente lo que Elaine D. Harmon siempre mantuvo en vida, que el servicio prestado por las mujeres pilotos durante la Segunda Guerra Mundial tuvo el mismo valor que el que ofrecieron los hombres que pilotaron aviones de combate.

Harmon, que murió en abril de 2015,  fue miembro de las Women Airforce Service Pilots (WASP), la primera unidad del ejercito americano que estaba formada por 1.100 mujeres que pilotaron aviones militares e incluso entrenaron a hombres como pilotos de combate durante su formación para la Segunda Guerra Mundial.

Elaine D. Harmon en una foto de archivo. Foto: Army Staff Sgt. Michael J. Carden/Department of Defense
Elaine D. Harmon en una foto de archivo. Foto: Army Staff Sgt. Michael J. Carden/Department of Defense

Cuando terminó la guerra su sacrificio y dedicación pasó al olvido, tanto que en los años 70 el ejercito llegó a anunciar que por primera vez sus aviones serían pilotados por mujeres, cuando ellas habían sido las primeras. Harmon y sus compañeras se unieron entonces para luchar porque se reconociera sus servicios prestados, hecho que se produjo en 1977, cuando fueron reconocidas como veteranas.

30 años después, en 2010, recibieron la Medalla de Oro del Congreso, considerada, junto con la Medalla Presidencial de la Libertad, el premio civil más alto de los Estados Unidos. Esa solo fue su primera batalla, la segunda la han tenido que librar sus familiares que no han cesado hasta conseguir que se cumplan los deseos de Elaine D. Harmon. «Me gustaría ser enterrada en el Cementerio de Arlington, incluso si no quedaran cenizas, me gustaría tener mi urna vacía allí» dejó escrito en una carta.

La falta de espacio en el cementerio de Arlington, donde están enterrados los restos de unas 400.000 personas hizo que un mes antes de su muerte, el entonces secretario del Ejército, John McHugh, decidiera que las WASPs y otros voluntarios no eran elegibles para ser enterrados allí porque durante la Segunda Guerra Mundial eran considerados civiles.

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La congresista republicana Martha McSally, la primera mujer piloto de combate en la Fuerza Aérea, se enteró de la historia de Harmon al verlo en las noticias a principios de año e inmediatamente decidió liderar la causa con la ayuda de la senadora republicana Joni Ernst. Juntas presentaron un proyecto de ley para que tanto las cenizas de Harmon como el resto de sus compañeras pudieran ser enterradas en Arlington. “Ellas lo sacrificaron todo y cuando la guerra terminó, tuvieron que escuchar como les daban las gracias por sus servicios y las cabinas volvían a ser para los hombres» llegó a afirmar la congresista, que añadió «Estas mujeres acaban de recibir una última bofetada y no hay derecho».

El proyecto de ley fue aprobada unánimemente tanto en el Senado como en el Congreso, firmando el presidente Obama la ley este mes de mayo y desde el miércoles, después de pasar más de un año en el armario de su hija, las cenizas de Harmon descansan en el cementerio de Arlington.

Finalmente, el miércoles pasado, en un rincón silencioso del Cementerio Nacional de Arlington (Virgina, Estados Unidos), el ejercito escenificó ese reconocimiento al permitir que las cenizas de la señora Harmon descansen con todos los honores militares junto al restos de sus compañeros veteranos.