VOLAR UN VELERO AL CABO DE 36 AÑOS

Por: Carlos Gómez-Mira

Hace unos pocos años, durante unos días, dos socios del Club LORETO se desplazaron a un pequeño campo de Vuelo a Vela en el sur de Alemania. Los socios eran Juan Llort Geronés, y el que esto escribe Carlos Gómez-Mira. El objeto era hacer una presentación sobre el 50 aniversario de la construcción de los veleros Kranich III en Alemania.

kranich1
Foto: Velero Kranich 3. (Airliners.net)

El Club de Vuelo a Vela, al que fuimos, está situado en Marpingen, un pueblecito no muy lejos de Saarbrücken, cerca de la frontera con Francia. Nos habían pedido una pequeña conferencia a los españoles, ya que concurrían dos hechos históricos: el primero que España, después de Alemania, fue el país que más veleros tipo Kranich II tuvo en su inventario. El segundo, es que en nuestra patria estuvo un solo velero Kranich III muy emblemático, ya que fue el que voló, casi cuando era prototipo, la piloto Hanna Reitsh en el campeonato del mundo que se celebró en Cuatro Vientos en los años 50.

kranich2
Foto: Hanna Reitsh en el Campeonato del mundo celebrado en Cuatro Vientos

El motivo de que hubiese tantos Kranich II en España, fue fundamentalmente que una serie de 70 aviones se produjo en la Fábrica AISA, para nutrir las Escuelas Oficiales, que en ese momento dependían del Ejército del Aire. Estos veleros acabaron su vida activa en 1963 debido a un accidente con rotura de los planos a resultas de una maniobra acrobática, para la cual no estaban pensados estos aviones. El resultado, es que todos se dieron de baja y acabaron hechos astillas. Curiosamente hubo dos que se salvaron, ya que se cambiaron en su día por dos veleros LO-100. De estos dos aviones, solo queda hoy día uno. Está en perfecto estado, volando, es el único Kranich II español en vuelo en todo el mundo, pertenece a un holandés, y estuvo en Marpingen haciendo las delicias de muchos pilotos que pudieron volarlo.

kranich3
Foto: Kranich II en la escuela de Huesca. (Aeroclub Nimbus)

Respecto al Kranich III que estuvo en España, afortunadamente no se destruyó y hoy día se puede ver colgado del techo de un hangar en el Museo del Aire en Cuatro Vientos. Kranich III se construyeron muy pocos, en total unos 40. Fue en su día el biplaza más avanzado en el mundo, y en estas fechas, tras 50 años siguen todavía una veintena volando, casi todos en Alemania.

En esta convención en Marpingen había unos cinco Kranich III, todos en vuelo, y en bastante buen estado. Antes de ir a Alemania, repasé mi antigua cartilla de vuelo, y el día 5 de Septiembre de 1966 tengo apuntado mi último vuelo en este tipo de avión. Fue en Ocaña, y tuvo una duración de 2 horas y 15 minutos. En total, sumo casi 30 horas en Kranich III. Desde entonces mi única relación con este velero ha sido las veces que he ido al museo del Aire en Cuatro Vientos, y allí lo he visto colgado del techo de un hangar.

kranich8
Foto: Kranich III en el Museo del Aire en Cuatro Vientos, Madrid. Foto del Autor.

 

Los Kranich II fueron construidos por Jacobs, pero los Kranich III los construyó la famosa fábrica Focke Wulf, que fue la que hizo el famosísimo caza FW-190, quizás el mejor avión de caza de la Segunda Guerra Mundial, o el Condor FW-200 o un montón más de proyectos. Este fue el último avión que hizo, pues posteriormente fabricó componentes para algunos entrenadores y mas tarde desapareció como fábrica.

En la foto se aprecia el emblema de la Focke Wulf

kranich9
Foto: Emblema de la Focke Wulf en el Kranich III del Museo del Aire en Cuatro Vientos, Madrid. Foto del Autor.

Cuando llegué a Marpingen pude tocar de nuevo un Kranich III después de ¡36 años y 291 días!, toda una vida como dirían algunos. En ese lapso de tiempo me hice profesional del Aire, ingresé en el Ejercito, estuve como piloto de caza, acabé en una compañía aérea, me case, tuve tres hijos y seis nietos…

Nada más llegar al campo de vuelo emplazado en lo alto de una colina, observé un velero que venía en final. Cuando sacó los frenos, llegó hasta nosotros un silbido muy peculiar. En ese momento me acordé que éste es el único velero que conozco, que al sacar los frenos aerodinámicos, el aire al pasar sobre ellos hace un sonido agudo, que se puede percibir desde mucha distancia, curiosamente lo notan los que están fuera, ya que desde dentro de la cabina no se siente este sonido. Escuchar aquello me transportó hasta Ocaña, cuando con 21 años estaba volando este velero. Al cabo de unos cuantos minutos me tocaba volar aquella reliquia aeronáutica. Como si fuera una regresión en el tiempo, me acordé de golpe de todo lo relativo a este avión. Los paracaídas, que se llevan fijos dentro del fuselaje, detrás de los asientos, el piloto se pone tan solo un arnés, y te enganchas este arnés a dos mosquetones que te sujetan al paracaídas. La palanca de los frenos aerodinámicos, metálica de un perfil muy fino y en su base una pequeña palanca verde que es el compensador. La estructura de tubo del fuselaje, que deja en la parte delantera de la cabina unos huecos, para agarrarse con las manos. Los pedales de madera y de tacto bastante incómodo… Cuando cerramos la cabina, lo único que encontraba más extraño, era la instrumentación, más moderna que la del Kranichh III que yo volé, tenía hasta un vario eléctrico, que lógicamente en 1966 no existían, y la lanita. En aquellos años, nadie en España volaba con este artilugio, que pusieron de moda los pilotos alemanes que llegaron aquí ya en los años 70. También el velero que yo volé en Ocaña no tenía radio, pues por aquella época, ningún planeador en España disponía de éste aditamento.

kranich4
Foto: Avioneta rallye (Aeroclub Nimbus)

Despegamos, un alemán dueño del avión detrás y yo delante, remolcados por una avioneta Rallye. El velero se fue graciosamente al aire, y comenzamos la subida en una tarde soleada. Enseguida recordé el tacto tan peculiar de los pedales. Debido a que el timón de dirección es muy grande y apenas tiene parte fija, la deriva tiene muy poca superficie, hay que apretar fuerte el palonier, y tiene una inercia muy marcada en el eje vertical. Nos soltamos a unos 600 metros y le pregunté a mi compañero alemán, a que velocidad volaba normalmente a térmica, era un detalle que no recordaba. Subimos en espiral, bastante ceñida, cosa inusual cuando yo volaba en aquellos veleros de madera y tela, y con una velocidad en los virajes entre 70 y 75 Km/h ascendimos hasta 1.200 m en una tarde preciosa. Había otros veleros a nuestro alrededor, entre ellos otro Kranich III.

Después de haber volado muchos tipos de veleros modernos, el tacto del Kranich III me pareció un tanto descoordinado. Es suave y relativamente agradable en alabeo y profundidad. Hay que utilizar mucho el compensador pues de lo contrario la palanca se vuelve muy dura al variar la velocidad. El mando de dirección, como dije, es lento pesado y requiere cierta anticipación para coordinar el vuelo. Para salir de un viraje, antes que empezar a alabear, hay que apretar con firmeza el pedal contrario, o sino la salida es muy descoordinada. Recordé que cuando con el Kranich III que teníamos en España hacíamos planeos a gran velocidad, esta gran velocidad eran unos 160 Km/h ya que la Vne es de 180 Km/h tan solo, si dejabas los mandos relativamente sueltos, el avión tenía tendencia a realizar pequeñas oscilaciones en guiñada, lo que se conoce técnicamente como “balanceo holandés”, que eran fácilmente suprimidas, manteniendo los pedales firmes, para que no oscilasen. Se lo pregunté al alemán y me comentó que el nunca lo había notado. No me atreví a poner al velero cerca de la Vne para probar si era una peculiaridad del Kranich III español, por mal equilibrio del timón de dirección, o esto ocurría en todos los Kranich III. Por lo demás el velero es muy agradable de volar, tiene una visibilidad estupenda desde la cabina, ya que se va sentado muy vertical, y la cúpula no es tan aerodinámica como la de los veleros modernos, lo cual hace que la visión hacia delante sea muy buena.

kranich5
Foto: Velero Kranich III (Airliners.net)

Al cabo de una hora y unos diez minutos tomamos suavemente en el campo de hierba. Me dio envidia este magnífico Club de vuelo a Vela. Como todos los que he visto en Alemania, el material lo tenían limpio y muy cuidado. El coche de pista era un moderno descapotable inmaculado y pintado de rojo. Lo empleaban tanto para mover los veleros como para extender el cable del torno. Tenían para remolcar, además de la Rallye, una Husky, que parecía haber salido ayer de la fábrica, limpia y cuidada. La Escuela del Club era un edificio bien pertrechado, sin una mácula de polvo y funcional. Únicamente nos hermanan con los alemanes el mismo problema de los Clubs españoles, hay muy poca gente joven, todos son muy talluditos, no hay relevo generacional. Desgraciadamente el vuelo a vela es caro y atrae muy poco a la juventud. Me dio también envidia con que mimo cuidan los aviones históricos y antiguos. En el hangar tenían en perfecto estado de conservación, el único Ka-1 del mundo. Es un velero que construyó de manera artesanal Rudolf Kaiser. De 10 metros de envergadura, su buen diseño hizo que después se embarcara en todos los veleros diseñados por Kaiser y construidos por Schleicher, muchos de ellos todavía volando, Ka-6, Ka-7, AsK-21 etc.

kranich7
Foto: Velero Ask-21 (Honolulu Soaring)

Respecto a mi vuelo con el Kranich III, siempre que vuelas un avión muy antiguo, en parte te decepciona, pues la técnica ha hecho que hoy día los aviones tengan una maniobrabilidad y perfomances muy superiores a las de aquellos tiempos. Guardas siempre en el fondo de tu memoria el tacto y al placer que experimentaste con aquella máquina, pero el contraste con la realidad de los aviones de hoy día no resiste la comparación. También, montarme en el Kranich III, me transportó a mi vida de joven, cuando tenía tan solo 21 años y me creía el rey de la aeronáutica por ser capaz de volar un velero tan moderno y sofisticado. No obstante, mientras nos deslizábamos hacia el aeródromo en una tarde con un cielo inmaculadamente azul, sobrevolando el precioso paisaje del Saar, con suaves y onduladas colinas, salpicadas de prados verdes y bosques espesos mientras en lontananza se percibían preciosos lagos sobre los que se pintaban pequeñas velas blancas, pensaba en la determinación que tenían nuestros mayores para participar y lanzarse a hacer cientos de Kilómetros en los Campeonatos Mundiales, con este velero cuyo rendimiento es incluso inferior al de un Blanik… Aquello sí que era la verdadera aventura del vuelo a vela, hacer distancia con un plástico apenas tiene mérito comparado con lo que hicieron Hanna Reitsch, Luis Juez, Augusto Núñez…

kranich6
Foto: Velero Blanik II (Aeroclub Nimbus)

Acerca de Carlos Gómez-Mira

Carlos Gómez-Mira
Carlos Gómez-Mira se inició en la aviación como piloto de vuelo a vela a la edad de quince años. Posteriormente ingresó en la Academia General del Aire. Posteriormente hizo el curso de caza y ataque en Talavera la Real, y acabó destinado en el Ala de Caza nº1 en Manises (Valencia) durante 9 años.

Abandonó el Ejército del Aire a la edad de 33 años, ingresando en la Compañía Iberia, en la cual estuvo volando hasta su jubilación, aunque desde los 60 a los 65 años, voló para Iberia pero en el wet lease de Audeli, volando el B-757, el A-340 y el A-320. Ya jubilado, continúa volando en veleros y avionetas.

Gran aficionado al vuelo a vela, ha sido campeón de España y de Castilla León varias veces. Acumula más de 26.000 horas de vuelo y además de su vocación aeronáutica es un gran aficionado a la escritura, habiendo ya publicado tres novelas, además de otros libros de relatos o técnicos.