Por: Juan Pons
Determinar sus funciones, competencias, estructura organizativa y otros muchos aspectos exige poner de acuerdo a cinco ministerios con visiones diferentes.
La totalidad del tejido espacial español ha acogido con enorme satisfacción el anunció por sorpresa del director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Iván Redondo, de que el Ejecutivo va a crear una Agencia Espacial.
Es conveniente dejar bien sentado que dar vida a tal organización no busca ni por asomo constituir una NASA española, cuyo astronómico presupuesto para el año fiscal 2022 ha propuesto la Casa Blanca que ascienda a 24.800 millones de dólares. Su objeto es posicionarse en una esfera semejante a la de las naciones europeas que ya disponen de una Agencia Espacial Nacional o equivalente, como es el caso de Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Italia, Polonia, Portugal, el Reino Unido Suecia, Suiza y Rumanía.
Hasta la fecha, lo único que se sabe es que en su comparecencia del día 27 de mayo ante la Comisión Mixta de Seguridad Nacional del Congreso y Senado y en su calidad de secretario general del Consejo de Seguridad Nacional, Iván Redondo, la mano derecha del Presidente Pedro Sánchez, anticipó “la creación de la Agencia Espacial Española, algo que es importante ‒recalcó‒ para poder integrar también los recursos”. Ese fue todo.
La revelación protagonizada por el hombre de máxima confianza de inquilino del Palacio de la Moncloa no parece ser el fruto de un elaborado proyecto o de un acuerdo previo entre los cinco ministros con responsabilidades en materia espacial. La vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera (AEMET, satélites meteorológicos) no conocía de antemano el compromiso que iba a proclamar Iván Redondo a los cuatro vientos.
Tampoco la titular de Defensa, Margarita Robles (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, satélites militares de comunicaciones y plataformas espía); ni el de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos (Galileo y GPS); ni la de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, (política industrial espacial). Y ni siquiera el de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, cuyo Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), gestiona la participación española en la Agencia Espacial Europea, ESA.
La sorpresa fue grande en el colectivo de académicos, científicos e investigadores vinculados con las misiones de exploración espacial. Las caras de asombro también fueron mayúsculas entre los altos directivos del colectivo de industrias dedicadas a hacer realidad los proyectos espaciales nacionales e internacionales en los que participa España, firmes partidarios de constituir una Agencia Espacial
Agencia con autonomía propia… o no
Agrupadas en el seno de la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE), el colectivo se apresuró a difundir un comunicado, en el que reflejaba su “gran satisfacción” por el anuncio de la creación de la Agencia Espacial Española, una “aspiración de siempre”. Al tratarse de un sector de alto valor estratégico, le corresponde una “política de Estado”, que facilitaría “la definición e implementación de una verdadera política nacional en materia espacial”.
La citada asociación, cuya vertiente espacial está encabezada por su vicepresidente Jorge Potti, director general de GMV, destaca que la futura Agencia Espacial dotaría de “mayor coherencia a la interlocución exterior y a la acción del conjunto de las administraciones públicas en materia espacial”.
El comunicado también expresa que la anunciada Agencia asumiría “la gestión y defensa de los intereses nacionales en materia espacial, muy particularmente de los industriales”, puesto que su actividad se desarrolla en un entorno internacional “complejo, competitivo y muy exigente”, en el que toman parte un buen número de organizaciones y agencias internacionales.
Pero la pregunta que cabe formularse, y que de un modo u otro es la que tiene en mente la práctica totalidad del colectivo espacial nacional, se resume en el interrogante ¿y ahora, qué? Y es que, una vez puesta de manifiesto la voluntad del Gobierno, queda coger el toro por los cuernos y dar respuesta al cómo y al cuándo se va a hacer realidad la Agencia. Lo primero, definir sus funciones, sus competencias y su estructura organizativa. Y tomar la decisión clave: la elección de la primera persona que debe empuñar la batuta y liderar la Agencia.
Pero hay muchas cuestiones más: ¿será el resultado de la integración del área del CDTI que gestiona los programas espaciales europeos? ¿A ella se sumará la componente del INTA dedicada al espacio? ¿También la del ministerio de Transportes, que lleva entre manos el programa Galileo? Y se deberán tomar otras decisiones de gran trascendencia: ¿estará bajo la órbita de la Ley de Agencias Estatales y, por tanto, tendrá autonomía y carácter jurídico propio? ¿Lo más conveniente será situarla bajo la dependencia de la Presidencia del Gobierno, de la Vicepresidencia o de un determinado ministerio? ¿En ese último caso, de cuál?
Donde manda patrón no manda marinero
La lista de interrogantes que hay que resolver es muy amplia. Más ejemplos ¿Se impulsará el establecimiento de acuerdos y proyectos bilaterales, un campo abandonado en la practica desde hace años por el INTA y el CDTI? ¿Se limitará la nueva organización a llevar la gestión de la participación española en la ESA, hoy bajo responsabilidad del CDTI? ¿Se le dará mayor contenido incorporando programas nacionales? Cómo se determinará su presupuesto ¿detrayendo de los ministerios las partidas para asuntos espaciales que ahora gestionan?
Por si fuera poco, en la actualidad, el único departamento que tiene en marcha importantes proyectos espaciales es el ministerio de Defensa. ¿Cómo se coordinarán los proyectos científicos, comerciales y tecnológicos con los programas militares que, por razones de sentido común, están sujetos a estrictas normas de confidencialidad?
El ministro de Ciencia e Innovación, el astronauta de la ESA en excedencia, Pedro Duque, sorprendido por la proclama de Iván Redondo, que cuenta con el visto bueno del Presidente Sánchez, no ha tenido más remedio que salir al paso para declarar que contar con una Agencia Espacial “es lo más viable”, haciendo valido de nuevo el viejo aforismo de “donde manda patrón, no manda marinero”. Porque no era su criterio hace tan solo tres meses.
En un coloquio online organizado el 3 de marzo pasado por Executive Forum cuyo protagonista era el ministro Pedro Duque, a la pregunta de para cuándo contemplaba el Gobierno instaurar una organización equivalente a una Agencia Espacial nacional, su respuesta fue categórica: “la Agencia Espacial española es la Agencia Espacial Europea y, de momento, vamos a quedarnos como estamos”. Y añadió que tal Agencia había sido objeto de “reflexiones” y que en su opinión, crear más estructuras públicas “da un poco de miedo, porque no siempre son la solución a las cosas”.
Al sector industrial le preocupa el modelo de Agencia resultante. Su planteamiento es levantar una pequeña organización, pero “eficiente en concentrar sus esfuerzos, coordinar necesidades y priorizar sus presupuestos”. Con estos tres criterios, considera que es posible establecer programas de carácter nacional e internacional “para maximizar la utilización de las capacidades de las empresas españolas”. Claro está, si cuenta con recursos para ello.
Los Fondos de Recuperación se contemplan como una oportunidad para constituir la Agencia. Bien utilizados, pueden servir para impulsar “programas que hagan de fuerza tractora del tejido industrial nacional”, en un momento delicado para la economía española en el que sector espacial a escala mundial goza de un fuerte crecimiento.