25-05-2021
Por Juan Pons,
Las dos compañías españolas han creado la sociedad Startical para afrontar un proyecto que pretende situar en órbita más de 200 pequeños satélites interconectados
La empresa pública empresarial ENAIRE y la tecnológica española Indra han concertado una alianza estratégica para desarrollar y desplegar en el espacio la primera red mundial de control del tráfico aéreo dotada con servicios de vigilancia y comunicaciones.
Constituida por varios centenares de satélites, su finalidad es ampliar la cobertura de los sistemas terrestres y mejorar las condiciones de seguridad sobre las aeronaves en vuelo, en especial en las zonas oceánicas y remotas que carecen del seguimiento que proporcionan los sistemas de navegación aérea basados en tierra.
La futura arquitectura española basada en el espacio va a integrar un sistema de vigilancia con otro de comunicaciones, lo que le convierte en un proyecto pionero a escala global. Ofrecerá servicios de vigilancia de la posición de la aeronave (ADS-B), que se sumarán a las capacidades de comunicación de voz y datos entre controlador y pilotos. “Todo lo anterior de acuerdo con los estándares aeronáuticos”, puntualiza Ángel Luis Arias, director general de ENAIRE, el principal proveedor de servicios de navegación aérea y de información aeronáutica en España.
El resultado final propiciará la creación de rutas más eficientes que deben reducir los costes de explotación de las aerolíneas y disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera. El proyecto cuyo inició se remonta a dos años atrás pretende descongestionar el espacio aéreo en las áreas saturadas, así como facilitar la labor de los controladores aéreos para obtener vuelos más eficientes, puntuales y, por supuesto, seguros.
Proyecto vertebrador de la industria espacial nacional
Para hacer realidad una iniciativa que incluye un muy alto componente innovador, ENAIRE e Indra han acordado constituir Startical, una sociedad participada a partes iguales por cada una de ellas. Según el director general de Indra para Transporte y Defensa, Ignacio Mataix, se trata de un proyecto “vertebrador del tejido industrial espacial nacional, que requiere una gran cantidad de tecnología diferente y un profundo conocimiento del sector del tráfico aéreo”, lo que aportan cada una de las empresas implicadas, cada una en una esfera diferente.
Por parte de Indra “queremos jugar un papel relevante”. Con ENAIRE tenemos “una magnifica complementariedad” de capacidades y “nos hemos encontrado con una oportunidad de negocio a la que vamos a aportar la solución tecnología que lo resuelva. Ese es el gran planteamiento de la iniciativa que tenemos en marcha”, concluye Ignacio Mataix.
Para José Luis Rodríguez Castro, director de Sistemas de ENAIRE, el éxito del proyecto radica en conseguir una red de comunicaciones a través de toda la constelación de satélites. Startical debe ser “capaz de identificar donde está el avión y poder hablar con él desde cualquier posición de control del mundo”.
El reto de innovación en el que las dos compañías están inmersas van a afrontarlo en dos etapas temporales. La primera abarca lo que resta de 2021 y se prolongará hasta finales de 2023. Durante esos 31 meses van a proceder a efectuar los desarrollos técnicos que aseguran la viabilidad de la solución y los aspectos regulatorios y de mercado.
De norte a sur y de este a oeste
Los trabajos de desarrollos están avanzados en tal grado que Ángel Luis Arias ha anticipado que “para el año 2022 está previsto llevar a cabo la puesta en órbita de los tres primeros satélites demostradores sobre la zona de Canarias”, que deben servir para reducir los riesgos del proyecto y para validar las nuevas tecnologías que llevan a bordo.
“Lo tenemos que hacer con celeridad, para comprobar que la solución diseñada funciona perfectamente”, puntualiza Fernando García Martínez-Peñalver, director ejecutivo de Startical. Los directivos de ENAIRE e Indra no han querido desvelar “por razones de confidencialidad” es el nombre de la compañía que asume la construcción de los satélites ni tampoco la responsable de situarlos en órbita.
Lo que sí han confirmado es que la constelación se emplazará en distintos planos orbitales a baja altura, que totalizará más de 200 satélites de pequeñas dimensiones y escaso peso, que la vida operativa de las plataformas espaciales será del orden de los 5 años y que estarán interconectados entre sí, lo que añade complejidad a la constelación. Los máximos responsable no han precisado el número exacto de ingenios que se colocarán en órbita, ya que “depende de los logros alcanzados al final de la fase que concluye en 2023”.
El presupuesto previsto para ejecutar la fase inicial asciende a 29,2 millones de euros, de los que cada socio aporta casi 10 millones, ha concretado la directora de desarrollo empresarial de ENAIRE, María Luz de Mateo. Los poco más de 9 millones restantes serán aportaciones ya comprometidas y de los que se consiga a través de los fondos europeos Net Generación de Bruselas, del Plan de Recuperación del Gobierno y del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) del ministerio de Ciencia e Innovación.
Si la fase anterior se concluye con éxito se dará paso a la segunda etapa. Abarcara desde el año 2024 al 2027, periodo de tiempo en el que se procederá al despliegue de la totalidad de la constelación y a la completa activación de los servicios de vigilancia, comunicaciones y otras aplicaciones. “El proyecto en el que estamos comprometidos es de una enorme trascendencia y abarca del Polo Norte al Polo Sur y de Este a Oeste”, subraya el director general de ENAIRE.