Por: Juan Pons
Para posar en la fotografía de la firma del primer contrato industrial que dará vida al avión demostrador del FCAS, el ministerio de Defensa español aporta 2 millones de euros al proyecto, pero se compromete a invertir 45 millones más antes de mayo.
La Secretaría de Estado de Defensa que dirige Ángel Olivares ha tenido que imprimir una frenética velocidad a su ritmo de trabajo en el proyecto franco-germano-español del sistema armas de próxima generación o NGWS/FCAS (Next Generation Weapons System/Future Combat Air System), lo que le ha llevado a tener que correr un auténtico sprint de cuatro días para poder culminar los planes que ha estado madurando durante 8 meses y no terminaba de cerrar.
La carrera contra reloj para que Ángel Olivares pudiera acudir con los deberes hechos a la firma en París, el jueves, 20 de febrero, de la fase IA2 que concreta las actividades de Investigación y Tecnología (R&T) de la fase conceptual del proyecto dio comienzo el lunes, 17 de febrero.
En la mañana del citado día, Ángel Olivares convocó en la sede central del ministerio de Defensa a la presidenta de GMV, Mónica Martínez Walter, al presidente de Tecnobit, Luis Furnells y al vicepresidente de SENER, Andrés Sendagorta, así como al secretario general de Industria, Raúl Blanco, para que rubricaran la creación del consorcio que va a liderar la participación española en los estudios dirigidos a hacer realidad los demostradores tecnológicos de los drones que actuarán envolviendo y cooperando con los futuros aviones de combate
Al día siguiente, 18 de febrero, Ángel Olivares hacia acto de presencia en París para reunirse con sus homólogos alemán y francés, Benedikt Zimmer y Joël Barre, respectivamente, y firmar el acuerdo para la integración de España y su industria en el desarrollo del estudio de concepto conjunto del NGWS/FCAS.
Finalmente, el jueves día 20, mientras la ministra de Defensa Margarita Robles comparecía por primera vez en la presente legislatura ante la Comisión de Defensa del Congreso, Ángel Olivares acudía al Hotel de Brienne de París, residencia oficial de la ministra de Defensa de Francia, Florence Parly.
Junto a Parly y la ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, el secretario de Estado de Defensa español estampaba su firma testimonial en el primer contrato por valor de 155 millones, con el que se inician y definen de forma detallada los trabajos que, por el momento, la industria francesa y alemana acometerá durante los próximos 18 meses. Con él estaban el director general de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), almirante Santiago Ramón González Gómez, y el presidente de Indra, Fernando Abril-Martorell.
Un proyecto de estado que hay que financiar
Los 155 millones ‒148 millones efectivos y 7 millones opcionales‒ son aportados a partes iguales por los gobiernos de París y Berlín, lo que supone 77,5 millones de euros por cada nación, que entrarán principalmente en las arcas de las corporaciones francesas Dassault Aviation, Safran, MBDA France y Thales, en las alemanas Airbus GmbH, MTU, MBDA GmbH y el consorcio FCMS (Hensoldt, Diehl Defense, ESG y Rhode & Schwarz) y, cuando el gobierno español formalice su contribución, también en las españolas Indra y Airbus Defence & Space en España.
Ambas empresas españolas ya están involucradas gracias a una aportación inicial de 2 millones de euros, anticipo a una inversión del orden de 45 millones de euros que debe acordar el Consejo de Ministros y que debe concretarse en un par de meses. Para confirmar la voluntad de España, Ángel Olivares firmó en el mismo día una Carta de Intenciones (LOI) en la que el gobierno del presidente Pedro Sánchez se compromete a aportar la citada cantidad.
De los 155 millones de euros franco-alemanes, 91 millones van a repercutir en trabajos centrados en el avión de combate, que repercutirán principalmente en Dassault Aviation como contratista principal y Airbus GmbH como socio principal. Para drones y actuadores remotos se han asignado 19,5 millones, que se volcarán en Airbus GmbH y en el fabricante de misiles MBDA France. Los estudios sobre el motor contarán con 18 millones de euros y serán liderados por la francesa Safran y la alemana MTU.
Al llamado sistema de combate colaborativo que debe facilitar la interconexión entre los aviones, drones, satélites y centros de Mando se destinan 14,5 millones de euros, que se ingresarán en la alemana Airbus GmbH y la francesa Thales. La menor cantidad ‒6 millones‒ va destinada a la integración global del proyecto y a los laboratorios de simulación, en donde Thales encabeza el equipo industrial.
El contrato suscrito el jueves de la semana pasada en París ha estado paralizado hasta el 12 de febrero, cuando el Bundestag ‒la Cámara Baja alemana‒ dio luz verde a los 77,5 millones para que Alemania y sus empresas pudieran implicarse en la fase industrial del proyecto.
El contrato cubre cinco de los siete pilares del programa ‒avión, motor, combate colaborativo conectado, drones y coordinación del programa‒ con la pretensión de lograr que las compañías implicadas trabajen de forma conjunta para poner a punto las avanzadas tecnologías que deben permitir desarrollar y poner en vuelo el primer demostrador en el año 2026. De no sufrir retrasos, se estima que “los primeros aparatos podrán entrar en servicio en el horizonte de 2040 y relevar de forma progresiva a los cazas Rafale del Ejército del Aire francés y a los Eurofighter de la Fuerza Aérea alemana y española” ha afirmado la ministra Florence Parly.
Las responsabilidades de las empresas españolas
Según el ministerio que dirige Margarita Robles, el acuerdo supone “un hito clave en la formalización de la incorporación de España al proyecto lanzado por Alemania y Francia en 2018, que define los principios y el esquema de gobernanza del programa NGWS/FCAS y los contratos con las industrias designadas por cada una de las naciones”.
La ministra Margarita Robles, en su comparecencia del día 20 de febrero ante los diputados, reiteraba que el NGWS/FCAS es “un proyecto de Estado por su duración, complejidad y envergadura” de tal modo que conlleva “la participación de otros departamentos, como el ministerio de Industria, Comercio y Turismo, el de Ciencia e Innovación y también el de Hacienda, a través de la SEPI”.
Una vez que el ministerio de Defensa ha designado a Indra como coordinador industrial nacional del proyecto ‒con la desairada reacción de Airbus‒, Defensa afirma que ya tiene “cerrada” la planificación para que la industria española acometa su aportación al desarrollo de los demostradores de los diferentes pilares tecnológicos, el ambicioso proyecto franco-germano-español cuya inversión total hasta 2030 se estima en 4.000 millones de euros, que se elevará a los 8.000 millones hasta 2040, cuando se estima que deberán entrar en servicio los primeros aviones de combate.
Los acuerdos alcanzados por la Secretaría de Estado de Defensa y la DGAM con la industria establecen que Airbus Defence and Space en España ejercerá el papel de líder español en los pilares tecnológicos relativos al avión de combate y a las tecnologías de baja observabilidad; el pilar de motores estará encabezado por ITP Aero; el consorcio integrado por GMV, SENER y Tecnobit estará empeñado en el componente clave de los drones; el dedicado a sensores estará liderado por Indra, al igual que los pilares transversales, responsabilidad que recae en los coordinadores industriales de los tres países.
De acuerdo con un relevante académico español especializado en asuntos de defensa y relaciones internacionales, España se adhiere al proyecto NGWS/FCAS entendiendo que su puesta en servicio “va a cubrir las necesidades operativas nacionales de futuro”. Al estar el sistema de armas en su fase conceptual en una época de rápida evolución tecnológica pero “sin que se conozca a que conceptos operativos, va a contribuir, el futuro impacto estratégico del sistema de avión de combate del futuro está por ver, y más a largo plazo”.
En su análisis, afirma que “no existe necesariamente una relación lineal entre el desarrollo tecnológico del armamento y su aplicación en operaciones, ni implica una mera mejora de las capacidades empleadas en conflictos anteriores”. “El diseño de un proyecto de futuro, tanto de los dominios operativos o del carácter de la guerra, es una condición previa y necesaria para el desarrollo tecnológico ‒asegura el profesor‒, pero que no determina de forma automática en qué se convertirá la guerra del mañana”.