La primera misión privada a Venus se retrasa hasta el 2025

08-06-2023

Rocket Lab anunció su proyecto de misión a Venus en agosto de 2020 y, dos años más tarde, detalló su arquitectura. El objetivo principal es investigar la atmósfera venusina en busca de las condiciones necesarias para la existencia de vida.

misión privada a Venus
Foto: RocketLab

Venus, el planeta más caliente del sistema solar, suele considerarse como un infierno, con temperaturas superficiales lo bastante elevadas como para derretir el plomo. Pero han surgido algunas pistas que indican que la vida microbiana podría existir en lo alto del cielo de Venus, donde las condiciones son más parecidas a las de la Tierra.

En el 2020, los investigadores descubrieron indicios de fosfina en las nubes de Venus, creando un gran revuelo, porque en la Tierra, este compuesto tóxico incoloro e inflamable se encuentra en pantanos y otros lugares como un subproducto de la vida microbiana.

Peter Beck, fundador y director ejecutivo de Rocket Lab, ha dicho, «Siempre he pensado que Venus ha tenido una mala reputación. El descubrimiento de la fosfina fue el catalizador. Tenemos que ir a Venus a buscar vida».

El supuesto hallazgo de fosfina en Venus, ayudó a renovar el interés científico por el segundo planeta desde el sol. Por ejemplo, la NASA está desarrollando dos misiones a Venus, DAVINCI y VERITAS, cuyo lanzamiento está previsto para finales de la década del 2020 y principios de la del 2030.

La sonda propuesta por Rocket Lab, una empresa de lanzamientos con sede en California, llegaría a Venus antes que las naves espaciales de la NASA y además sería mucho más barata. La misión está financiada por Rocket Lab, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y otros filántropos no desvelados, y se calcula que costará unos 10 millones de dólares, lo que supone únicamente el 1% del coste combinado estimado de las dos próximas misiones de la NASA a Venus.

La sonda también será muy pequeña, ya que medirá 38 centímetros de diámetro, y pesará unos 20,4 kilogramos. La sonda partirá de la Tierra en el cohete Electron de Rocket Lab y será transportada al planeta por el autobús espacial Photon.

El viaje de la sonda a Venus será breve, ya que durará sólo cinco meses, pero su período de recogida de datos será todavía más corto. La sonda sólo dispondrá de entre tres y cinco minutos para recoger datos mientras desciende en caída libre desde una altitud de entre 60 y 45 km en la atmósfera de Venus, la región en la que los científicos vieron indicios de fosfina en 2020.

La sonda no buscará esa sustancia química, pero sí otras moléculas orgánicas complejas, midiendo su composición, concentración y formas durante su descenso. Estos datos se enviarán a la Tierra antes de que las aplastantes presiones y las temperaturas abrasadoras de la superficie de Venus destruyan la sonda.

La detección de moléculas orgánicas no probaría la existencia de vida microbiana en las nubes de Venus. Pero podría indicar que este mundo infernal es más hospitalario de lo que se creía.