Por: Juan Pons
Un Grupo de Trabajo Interministerial sentará las bases de las misiones, organización y personal de la nueva organización
El primer paso formal ya está dado y más pronto que tarde España contará con una Agencia Espacial. El desencadenante se ha producido en la última reunión del año del Consejo de Ministros, que el 28 de diciembre aprobó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional o ESN.

Principal documento que enmarca la política de seguridad nacional, la ESN ha sido el instrumento legal elegido por Moncloa para colocar la primera piedra del proceso administrativo que debe culminar con instaurar y dar forma a la organización espacial nacional que va a representar al Gobierno de Madrid dentro y fuera de España en los foros espaciales.
Nacida a poco más de 72 horas de sonar las 12 campanadas de dieron entrada al año 2022, la citada ESN contiene 34 iniciativas rotuladas como Líneas de Acción. Casi la casi mitad de ellas emplean los verbos “desarrollar”, “potenciar” o “elaborar” y muchas otras están descritas con los términos de “incrementar”, “reforzar”, “promover”, “fortalecer” o “impulsar”.
Pero ¿qué expresa la citada Estrategia sobre establecer una Agencia Espacial nacional? Pues lo dice todo. La Línea de Acción número 19 es la que pone el acento en la futura Agencia Espacial Española, emplea el verbo “crear” y no deja lugar a la más mínima duda.

A título de mandato más que de recomendación, dice así: “Crear la Agencia Espacial Española, con un componente dedicado a la Seguridad Nacional, para dirigir el esfuerzo en materia espacial, coordinar de forma eficiente los distintos organismos nacionales con responsabilidades en el sector espacial y unificar la colaboración y coordinación internacional”. Más claro, agua.
Evitar la tentación de un florero o un jarrón chino
Si se disecciona la frase que define la Línea de Acción 19, resulta que la nueva organización recoge los verbos apropiados para dar vida a una entidad oficial con ambición y con capacidad de obrar: dirigir + coordinar + unificar. Es decir, en primer lugar se le hace entrega de una batuta con la que poder regir la comunidad espacial nacional: Política, Estrategia, Plan Nacional del Espacio y normas jurídicas relacionadas.
En segundo término, se le asigna la responsabilidad de concertar y conciliar las diferentes instituciones que juegan un papel en el sector. Por último, se le responsabiliza para ejercer la cooperación a escala global. Sin olvidar que la nueva institución del Estado interrelaciona la parte civil ‒en sus vertientes comercial, científica y tecnológica‒ con la vinculada con la defensa nacional, como ocurre en otras naciones.
La Línea de Acción 19 no habla de constituir un Organismo, Instituto, Centro, Ente u Oficina. La ESN ya le asigna el rango administrativo de Agencia, lo que en el ordenamiento español presupone dotarla de personalidad jurídica y de presupuesto propio, lo cual tiene una gran relevancia que comience con buen pie su andadura internacional. Lo que se busca y se anhela es una Agencia de estructura modesta, dotada con el personal profesional indispensable.

Nada se dice de situar al frente de la nueva Agencia a una persona con empuje, capacidad resolutiva, conocimientos, que tenga clara cuál es su misión, que goce de prestigio en el sector espacial y que cuente con la confianza de las altas autoridades de la nación y acceso directo al marco institucional. Ni se incluye ni se debe añadir. Es algo que compete al Grupo de Trabajo que debe constituirse de inmediato entre el Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia del Gobierno y los ministerios e instituciones implicadas.
Parece evidente que los rasgos citados se tendrán en cuenta a la hora de designar a la persona que vaya a ser la cabeza ejecutiva durante la primera y decisiva etapa de la constitución de la nueva Agencia. ¡Pero, cuidado! Hay que evitar caer en la tentación de que el capitán ‒o capitana‒ del nuevo bajel sea un florero, un jarrón chino o alguien al que se le quieran agradecer los servicios prestados situándolo a la cabeza de la AEE, precisamente en el frágil momento de echar a andar.

Manos a la obra
La ESN resalta que con la creación de la Agencia se pretende “maximizar el rendimiento de las inversiones, fomentar espacios de colaboración públicos y privados, facilitar el uso dual de las capacidades espaciales y potenciar el sector de la industria espacial nacional de forma clara y coherente”. Y por supuesto, se le atribuye la competencia de representar a España en los foros espaciales internacionales. Son evidencias que no merecen más comentario.
La ESN hace más que propiciar la creación de la Agencia. Proclama que el sector espacial resulta “clave para la Seguridad Nacional por los servicios que proporciona”, por lo que se afirma que “es preciso desarrollar una política de seguridad en el espacio ultraterrestre”. Aclara que la acción política no debe ser solo contemplada en el ámbito nacional, sino que debe estar basada en la cooperación internacional y tener como eje “la colaboración entre todos los actores implicados”.

Se destaca que ante la acelerada evolución del sector, “debe alcanzarse un reparto eficaz y eficiente de competencias espaciales entre los diversos organismos involucrados”, papel que asigna a la Agencia como organización que debe contribuir a “ordenar las competencias y establecer una política nacional que sirva de guía, tanto al sector público como al privado”.
También señala que España debe incorporarse a todas aquellas iniciativas internacionales orientadas a preservar el uso pacífico del espacio ultraterrestre. No se menciona a la Agencia Espacial Europea (ESA) pero se cita la necesidad de prestar una “especial atención a los programas espaciales de la Unión Europea”, que están en el seno de la EUSPA.

España ya participa en todos ellos, de manera muy especial en Galileo ‒el equivalente europeo al GPS de Estado Unidos‒, Copernicus, la mayor constelación espacial que vela por la salud de la Tierra y en el programa por el control de la basura espacial y los objetos que circundan la Tierra. Incluso en aquellos que el Comisario europeo Thierry Breton ha puesto sobre la mesa y que todavía están en sus prolegómenos.